FENIX

lunes, 26 de mayo de 2008

América Latina y la IV Flota



Por Luis Ammann

América latina, en particular América del Sur, está viviendo un interesante proceso en el que acentúa su independencia fáctica frente a los Estados Unidos de Norteamérica. El país pionero en ponerse de pie frente al imperialismo ha sido Cuba desde 1959 y, en los años recientes, a partir de 1998, Venezuela. Recordemos que ese año, con una votación contundente, Hugo Chávez Frías fue consagrado presidente y se unió a Fidel Castro, en la creación de un polo anti-imperialista.

Luego vinieron otros gobiernos que, si bien no tienen la misma ideología que Castro o Chávez, se alinean en un frente tácito que le pone freno a las aspiraciones hegemónicas del gobierno estadounidense. Nos referimos a Evo Morales en Bolivia, Néstor Kirchner en Argentina (actualmente Cristina Fernández), Luiz Inacio da Silva (Lula) en Brasil, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y más recientemente, Fernando Lugo en Paraguay.

Son dirigentes políticos de diferente ideología que gobiernan países con situaciones políticas, sociales y económicas muy distintas y distinto es, también, el grado de oposición real al Imperio. Pero, al menos, no han aceptado el ALCA ni firmado los tratados de comercio con los que Estados Unidos quería someter definitivamente a Latinoamérica; son gobiernos que han roto con el Fondo Monetario Internacional o, al menos, no siguen a pie juntillas sus recetas económicas. Estos países tienen también una política de Derechos Humanos acorde con el Pacto de San José de Costa Rica, han abandonado la Doctrina de Seguridad Nacional y han conformado asociaciones (Mercado Común, el ALBA) que les permiten un intercambio y una ayuda solidaria que da sustento a su independencia económica.

Cada uno de esos avances en la independencia económica y en la soberanía política, conseguidos trabajosamente en democracia y respetando la ley, niega la visión que los Estados Unidos tienen de los países latinoamericanos. Para ellos, son sólo factorías que deben ser tuteladas para -decían hasta la década del 90- "protegerlos del comunismo". Ahora el pretexto para actuar como tutores es "combatir el narcotráfico y el terrorismo". Por eso, desde el primero de julio, viene la IV Flota a patrullar en los mares del Caribe, frente a Cuba y a Venezuela.

La presencia de esa flota, que se creó en 1943, durante la segunda guerra mundial y se desactivó en 1950, tiene por objeto realizar operaciones rápidas, del tipo de la que efectuaron contra el campamento de las FARC en Ecuador, en el mes de marzo último.

Es un mensaje para todos los países de la región: Washington muestra con una presencia armada, la intención de intervenir militarmente en América Latina para mantener su hegemonía. El mundo sabe que no necesitan motivos reales: recordemos para citar solo un hecho reciente, que el gobierno de Bush le mintió a su población y al mundo entero sobre las motivaciones de la invasión a IRAK. Sin embargo, no hay que mirar sólo el aspecto político o militar: la motivación principal de las acciones del gobierno de Estados Unidos es el dinero, la ganancia y el poder.

Las crisis que tendrá que soportar la humanidad en este siglo son principalmente la escasez de alimentos, agua y energía. Los países de nuestra América del Sur producen alimentos para un tercio de la población mundial y tienen grandes reservas de agua, petróleo y gas. En otras palabras, hoy América del Sur es una región estratégica.

Sin embargo la amenaza de la IV Flota tiene otra lectura posible: la debilidad manifiesta de la superpotencia, con tropas empantanadas en países donde los conflictos no logran solucionarse, como es el caso de Afganistán e Irak y el aislamiento en que se encuentra en la región, sin otro aliado que el gobierno (no el pueblo) de Colombia.

Es evidente que las bases militares de los Estados Unidos en América del Sur, no podrán ser utilizadas con soltura. La que tienen en Manta, Ecuador; va a ser discontinuada por el presidente Correa; la de Paraguay no va a ser tan operativa con el gobierno de Lugo y las de Colombia, donde utiliza las instalaciones de las Fuerzas Armadas de ese país, están muy a la vista de los organismos internacionales y eso le trae problemas a la imagen internacional del presidente Álvaro Uribe.

La IV Flota significa también que el Pentágono no va a arriesgar soldados. Parecen haber aprendido la lección y no traerán tropas a invadir un territorio hostil sino que harán incursiones desde el mar.

A pesar de que no han tenido éxito en sus aventuras miliares después de la Segunda guerra mundial (Corea, Vietnam, Afganistán, Irak), si fuera necesario en defensa de sus intereses y sin importarle la opinión mundial, Estados Unidos está lista para intervenir militarmente en la región y lo hará cuándo y cómo lo considere conveniente.

A eso nos enfrentaremos los latinoamericanos desde julio y es bueno tenerlo claro.

La Universidad Nacional de Salta (UNSa) Adhiere a la Marcha Mundial resolución

Multisectorial Tartagal 13 de Junio 2008